viernes, 31 de marzo de 2017

APELLIDO PORTUGUES "BESSA" CUYO ORIGEN ES BAEZA




El último nombre o el apellido Bessa, también escrito como Beça, es probable que sea un nombre que proviene del nombre de lugar Española Baeza (José Pedro Machado, Onomasticon Diccionario Etimológico de la Lengua Portuguesa, 2003). D. Luiz de Lancastre y Távora, en el Diccionario de las familias portuguesas (. Lisboa, 2010, p 99), reitera esta fuente de la siguiente manera: "En el momento de nuestro Rey Fernando I se establecieron en Portugal Juan Alfonso de Baeza, que esa soberana recibió el Alter do Chao y pueblos Vimieiro. Juan, después de João Afonso, se casó aquí y tenía descendencia, que comenzó aportuguesar el nombre Baeça y luego Beça [...]. "

Baeza, que es lo que se llama a una ciudad de la provincia de Jaén, en Andalucía, es el nombre del lugar que ha evolucionado a través de los árabes (Bayyasa) de Beatia y Vivatia formas, atribuido a un romano y villa derivada nombre Vivatius (Jairo J . García Sánchez, Andalucía y Sus nombres de lugares IV, Centro virtual Cervantes). 

Algunos autores sostienen que las familias con este nombre proceden directamente de Baeza, teniendo en cuenta que con este nombre a varios pilotos trataron de honor, en alusión a su participación en la conquista de la ciudad a los árabes; es así como, en la Edad Media, la familia más conocida con este apodo vino de Valdepeñas, en la comunidad de Castilla-La Mancha (Blasonari. Genealogía y Heráldica).

Dada la hipótesis de origen español, se observa que la más adecuada es la ortografía que exhibe una C, ya que esta es una de las letras correspondientes a la z española (Caza juego ~; ~ cabezas cabeza; Pozo ~ también).



Fuentes:

https://ciberduvidas.iscte-iul.pt/consultorio/perguntas/a-origem-do-apelido-bessa/32769


jueves, 30 de marzo de 2017

LA BATALLA DE BEACULA



Apiano de Alejandría

Baeza, ciudad del reino de Jaén en la Andalucía Alta, y cabeza de partido, tuvo diferentes nombres en tiempo de los romanos, cuando pertenecía a la región de los Oretanos (Beatia, Biacia, Bécula, y Apiano de Alejandría la llamaba Beatica).


La obra de Apiano de Alejandría se puede organizar por lugares geográficos, por contiendas bélicas entre Roma y sus naciones enemigas, por caudillos militares, destacando a veces la importancia del personaje sobre los sucesos, o bien podemos ver cómo Apiano introduce digresiones en cada libro: como la dedicada a Iberia y los sucesos que llevaron a cabo los romanos en este territorio. 






Polibio, Livio y Plutarco refieren que Escipión el joven dio en Beatia una sangrienta batalla a los cartaginenses en el año 545 de la fundación de Roma, en la que murieron 80 de éstos, y fueron prisioneros 100 infantes y 20 caballos, de los cuales la mayor parte eran españoles, á quienes Escipión envió libres a sus casas.




Como hemos mencionado en varias publicaciones anteriores, Baeza contaba on un asentamiento Romano permanente situado junto al Cerro del Alcázar, donde hoy esta situado el chatel de Arredondo y sus inmediaciones, e incluso llegó a tener esta ciudad un templo romano dedicado a Marte, en lo que hoy es la Catedral de Baeza.

Existieron vestigios de su antigua población entre ruinas de varios edificios y lápidas con inscripciones romanas, de las que don Jose Luis de Velazques, marques de Valdeflores , copió las siguientes:

SACRUM
IOVI
C. FLAVIS. C
FALVI. FAVSTI. LIB
CORIDON. OB
HONOREM. VRATVS
D.D.


D.M.S.
M. CLODIO
ANN. XLV
P. IN. SVIS.
H. E. E.

S. T. T. L.




La batalla de Baecula fue un enfrentamiento armado que tuvo lugar en el año 208 a. C., durante la segunda guerra púnica, entre el ejército cartaginés, comandado por Asdrúbal Barca, y el ejército romano, a las órdenes de Escipión el Africano. La batalla supuso el primer enfrentamiento a gran escala de Escipión el Africano contra los cartagineses, después de que hubiese tomado el mando del contingente romano en la península ibérica.

La batalla, planteada con la intención de frenar la marcha de Asdrúbal hacia Italia, se saldó con una victoria romana, si bien el ejército cartaginés pudo finalmente escapar hacia el norte. Otra de las consecuencias fue que el ejército romano pudo tomar una posición vital para proseguir la conquista del valle del Guadalquivir.




A comienzos de 208 a. C., Escipión marchó contra Asdrúbal Barca, cuyo ejército se encontraba pasando el invierno en la ciudad de Baecula (Baeza), ubicada en la parte alta del río Betis (hoy Guadalquivir).

Tras conocer el acercamiento de los romanos, Asdrúbal trasladó su campamento a una posición muy sólida para su defensa, en lo alto de una meseta escarpada en el sur de Baecula, protegida por valles en los flancos y el río en el frente y la retaguardia. Además, la meseta estaba formada por dos escalones, y Asdrúbal colocó sus tropas ligeras en el inferior y a su campamento principal en la parte más alta.

Los historiadores no se ponen deacuerdo si dicha batalla de desarrolló en Santo Tomé o en las cercanías de Bailén.

Tras su llegada, Escipión primero dudó sobre cómo atacar una posición tan fuerte, pero a sabiendas de que los otros dos ejércitos cartagineses podían aprovecharse de su inacción para unir sus fuerzas con Asdrúbal, decidió actuar el tercer día.



Antes de lanzar su ataque principal, Escipión envió a un destacamento de soldados para que bloqueasen la entrada al valle, separando los dos ejércitos del que se encontraba en camino de Baecula, consiguiendo con ello una mayor seguridad para su fuerza principal a la vez que cortaba cualquier opción de retirada del ejército cartaginés.

Una vez que finalizó este despliegue preliminar, las tropas ligeras romanas avanzaron contra su contrapartida cartaginesa. A pesar del desnivel y de la lluvia de proyectiles, los romanos no tuvieron demasiadas dificultades para conseguir hacer retroceder a las tropas ligeras cartaginesas una vez que lograron entablar un combate cuerpo a cuerpo.



Tras reforzar a su fuerza principal, Escipión hizo desplegar un ataque en forma de tenaza contra los flancos del campamento principal cartaginés. Para ello, ordenó a Cayo Lelio que dirigiese a la mitad de la infantería pesada hacia la derecha de la posición enemiga, mientras que él mismo dirigía el ataque sobre la izquierda.

Asdrúbal, mientras tanto, tenía la impresión de que el ataque romano no era más que una pequeña escaramuza, debido a que Escipión había ocultado a su ejército principal en el campamento hasta el momento del ataque final. Por ese motivo fracasó en desplegar adecuadamente a su ejército principal, y se vio envuelto en el ataque envolvente romano.



A pesar de haber caído en la trampa, Asdrúbal fue capaz de retirarse del campo de batalla con sus elefantes, su caravana de suministros y gran parte de sus tropas. Parece que sus principales pérdidas en la batalla se centraron en gran parte de sus tropas ligeras y de aliados iberos. Esto se debió en gran parte al hecho de que los legionarios romanos prefirieron detenerse a saquear el campamento cartaginés en lugar de perseguir a Asdrúbal.






Tras la batalla, Asdrúbal dirigió a su mermado ejército a través de los pasos occidentales de los Pirineos y se adentró en la Galia. Desde ahí se dirigió hacia Italia con una fuerza compuesta en gran parte por tropas galas, en un intento de unirse a su hermano Aníbal.



Perro recientes hallazgos de investigadores de la Universidad de Jaén terminan por concluir que el escenario de la batalla se sitúa en las cercanías de la población actual de Santo Tomé, a unos 60 km al este de Cástulo, identificando el oppidum de Turruñuelos con la población de Baecula que citan las fuentes clásicas; próximo a este oppidum se encuentra el Cerro de las Albahacas, estratégicamente rodeado en un flanco por un río. 

Allí, según estos investigadores, habría estado el campamento de Asdrúbal Barca, mientras que a cuatro kilómetros se habría situado el de Escipión. Casi mil quinientos objetos encontrados relacionados con impedimenta militar de ambos ejércitos avalan estas conclusiones.


Las campañas de prospección arqueológica realizadas en 2006 y 2007 por el Centro Andaluz de Arqueología Ibérica han aportado hallazgos que confirmarían esta posibilidad, como restos de armas y monedas púnicas que datan de la época de la batalla. 






Fuentes:
https://books.google.es/books?id=wAIYXDiER7AC&pg=PA435&lpg=PA435&dq=beatia&source=bl&ots=py27nB2GYv&sig=_6XPGOvd4tTTcueu_cqxMHKbQ5s&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwiqg4vYpP3SAhXGL8AKHXl7Cv44FBDoAQhWMA0#v=onepage&q=beatia&f=false





BAIYEN (Bailén) Y SU CASTILLO, PERTENECIERON A LA CIUDAD DE BAEZA






Gracias a las numerosas donaciones del Rey Alfonso VII en nuestra comarca, durante la efímera conquista y tenencia cristiana del Alto Guadalquivir (1146-1157), se ha podido documentar la referencia escrita más antigua que poseemos sobre la villa y castillo de Bailén: en el año 1156 “Alfonso VII da a Abdil-Aziz de Baeza, la aldea de Bailén del Arroyo, con su torre y su térimino”.

Abdelariz de Baeza, no sólo gobernaba la ciudad de Baeza por aquella época, sino también era gobernador de Murcia y en próximas publicaciones hablaremos sobre él.

Para el año 1305 tenemos testimonio de los pobladores propietarios de la aldea de Bailén. Son D. Alonso Ruiz y Dª Sancha Ruíz, ambos vecinos de Baeza, que venden todas la heredades que tenían en la aldea de Bailén, a D. Pedro Díaz, hermano del arzobispo de Toledo por 7250 maravedíes.

La carta de esta compraventa fue otorgada en Baeza ante el escribano Santiago Pérez el día 31 de octubre de 1305, y en ella encontramos la descripción más antigua que hasta ahora existe sobre el lugar de Bailén: las “casas de la mujer de Blasco Aznar e la cárcel pública del Rey e la cava (Bodega) e el adarve (fortaleza) e sollar de Domingo Pérez.

Es por entonces la pequeñísima aldea de Bailén, en el término de la ciudad de Baeza, un lugar al abrigo de su antiquísima fortaleza, habilitada con cárcel o prisión para las ocasiones en que las autoridades lo requerían, con su alcaide al frente, y unos pocos vecinos labradores.

Restos escaleras del Castillo


Por entonces el lugar de Bailén no dejaba de ser un castillo rural más de la región, toda muy marcada por la despoblación de esta comarca fronteriza durante el siglo XII.
Poco más había crecido la aldea de Bailén cuando en el año 1349 el Rey Alfonso XI la otorgó en señorío a don Pedro Ponce de León, señor de Marchena, por la cantidad de 140.000 maravedíes.

Según consta en el Archivo Histórico Nacional (Ordenes Militares, Calatrava, carpeta 418, documento 16) sobre la donación real de la aldea de Bailén del Arroyo, con su torre y su término, a Abdilzaziz de Baeza (1156).

También consta de lo relatado anteriormente en el Archivo Histórico Nacional (Sección de Nobleza. Osuna, caja 148 documento nº1): El rey Alfonso XI vende la villa y castillo de Bailén a Pedro Ponce de León, señor de Marchena (Gibraltar, 26 de diciembre de 1349) y dice así: “El rey Alfonso XI vende “el nuestro lugar de Baylen, que era término de Baeza, con su Castillo, con su término y con el señorío y jurisdicción que nos avemos y debemos aver, y con los diezmos, e con pechos e derechos, fonsada y fonsaderas y rentas y portazgo si lo ay, y montes y ríos y pastos”.

Patio del Castillo


Nos queda también el detalle de una de las puertas del Castillo que se denominó “Puerta de Baeza” que hoy en día se encuentra en la calle Baeza de Bailén.
Esta puerta debía salir a la “Cañada de Baeza” o camino viejo de Linares.

A finales del siglo XV comenzarán, los pleitos territoriales con la vecina ciudad de Baeza, la cual reclamaba para sí terrenos limítrofes de la villa de Baylén. La cuestión se resolvió por medio de una sentencia de Fernando el Católico de 1504, por el cual Baylén vería ampliado su territorio a costa de un tributo anual pagadero a Baeza que se mantendría hasta el último Tercio del XIX.
El Concejo de Baeza alcanzaba los 2.000 km cuadrados (futuras Nuevas Poblaciones de Sierra Morena incluidas) y tenía una población de entre 20.000 a 30.000 habitantes.

Torreón del Castillo


En 1774, el Dean Mazas habla sobre “las selvas muy espesas de encinas, alcornoques, madroñales, lentistos y acebuches, con brezos y jarales, que rodeaban Bailén.

Finalmente en el año 1868 el Ayuntamiento de Bailén acordó la venta de las dehesas comunales de Sevilleja y de Las Yaguas, con cuyo dinero se pudo liquidar la importante deuda acumulada, todavía pendiente, del suprimido tributo a la ciudad de Baeza.

A partir de aquella enajenación municipal, sólo quedó el “monte Burguillos” con propiedad municipal.







Fuentes:



https://books.google.es/books?id=8WGKAwAAQBAJ&pg=PA26&lpg=PA26&dq=castillo+de+bailen&source=bl&ots=Erz7OAmkhu&sig=JO_ixJ9ZXRcqRmWF90dBjQsgS9g&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwj0t_umxPrSAhUqJ8AKHZ0GALM4FBDoAQg4MAQ#v=onepage&q=baeza&f=false


miércoles, 29 de marzo de 2017

MONEDA CARTAGINENSE HALLADA EN BAEZA





En el siglo I, Baeza fue adscrita al Conventus Cartagiensis de la Provincia Tarraconense, dependiendo administrativamente de Cartago Nova y económicamente de Cástulo.

Esta moneda fue encontrada en la calle San Vicente y data del 237 a.c. al 227 a.c. por lo que corrabora lo dicho anteriormente.

Actualmente se encuentra en el Museo de Jaén.

En el anverso aparece gráfila de puntos enmarcando un retrato masculino de perfil, hacia la izquierda, de cuidada ejecución.

El rostro y el cabello rizado tienen un tratamiento bastante realista. Aparece barbado y con una corona de laurel ciñendo la cabeza. Incluso se apuntan las pupilas. Se perfila también la oreja y el cuello en el que sobresale la línea muscular del esternocleidomastoideo. Cruza esta cabeza por la parte posterior y en sentido oblicuo una clava. Es una imagen de gran fuerza.



En el reverso aparece la figura de un elefante con un guía que lo aguijonea con un látigo o stimulus, también con gráfila de puntos alrededor.

Esta moneda forma parte de las emisiones monetales llevadas a cabo por los cartagineses en Hispania a finales del siglo III a. C., realizadas siguiendo patrones fenicios para el pago de sus tropas. Se trata de ejemplares en oro, plata y cobre de cuidada factura.

Las monedas hispano-cartaginesas cumplieron un importante papel propagandístico, ya que con ellas se extendieron muchos de los símbolos de poder de Cartago. 




El perfil masculino del anverso, de clara inspiración helénica, con un cuidado tratamiento de cabellos que crea un hermoso microclaroscuro en la pieza, se ha interpretado tradicionalmente como la figura del dios fenicio-púnico Melqart, el Heracles griego, cuyo atributo iconográfico es la clava. También se ha interpretado como un posible retrato de alguno de los jefes militares de la familia Barca. Esto último vendría a ser ratificado por ser Melqart el dios protector de la familia Barca. Pero lo más probable es que se trate de ambas opciones, de un retrato divinizado de Amílcar, que fallece en el 227 a. C. El culto al dios Melqart estaba, por otra parte, muy arraigado en Iberia ya antes de la llegada de los cartagineses. La presencia del elefante en su reverso, símbolo de la hegemonía terrestre de Cartago, completaría el valor propagandístico de esta imagen. Además, se trataría de una moneda con un alto valor adquisitivo, ya que es un duplo (dishekel) del valor de la unidad de la plata (shekel).


Fuente: Museo Arqueológico Nacional
Fotografía: Miguel Angel Blanco de la Rubia


sábado, 25 de marzo de 2017

EL CARACTER MITOLÓGICO DEL PALACIO DE ESCALANTE




Esta casa palacio fue la vivienda de Don Antonio Escalante Navarrete, Regidor y Caballero 24, también llamado llavero, debido a que era, junto al Corregidor y al Escribano Mayor del Ayuntamiento, uno de los tres personajes que poseían las llaves del Archivo de la ciudad, así como del Licenciado Martin de Escalante desde 1634.



Fernando Checa identifica el contenido de los dos clípeos con Hércules y Sansón. (CHECA,F.  Pintura y escultura del Renacimiento en España 1450-1600, Cap.6)

En el primer tondo que nos encontramos, vemos a Hércules luchando con el león.



Por el carácter del lugar, la portada del palacio que comparte con los blasones de su morador, debe transmitir un sentido alegórico moralizador.

Pérez de Moya en su “Filosophia secreta. Lib.IV Cap.I Pag. 131, proporciona la base de esta interpretación cuando afirma que Hércules no es sino la bondad y fortaleza y excelencia de las fuerzas del ánima y del cuerpo; que la piel del león de la que se reviste lo muestra como amador de la virtud, y la clava que blande simboliza la grandeza y generosidad del ánima.

Su victoria sobre el léon nemeo presidiendo la portada de su casa resultaría, según esta interpretación moralizadora, el aviso más oportuno para un hidalgo; luego que uno fuere incitado a la virtud, ha de apaciguar y matar al más fuerte de todos los mostruos, que es la soberbia y furor del ánimo, que este es el león nemeo.




El segundo tondo, Sansón se abraza a dos columnas, según describe su muerte el relato de Jueces 16:29 (abrazado a las dos columnas centrales sobre las que descansaba la casa)

Parece que nos encontramos ante dos momentos de la historia de Sansón y lo acentúa el contenido de una cartela existente en el centro de la portada con la inscripción: “In te Domine speravi, extraído del Salmo 70.1 y cuyo segundo hemistiquio concluye: non confundar in aeternum.




 SALMO 70.1 Acude, Dios, a librarme; apresúrate, Dios, a socorrerme.

In te, Domine, speravi; non confundar in aeternum! Este era el  lema de Benedicto XV, papa desde 1914 hasta 1922. Un lema tomado del Salmo 70.1


Fuentes:

Alegoría y Mitología en Úbeda y Baeza durante el Renacimiento. Autor Joaquín Montes Bardo

viernes, 24 de marzo de 2017

INTERPRETACION DE LA CAPILLA BENAVIDES





En el crucero, lado del evangelio, un gran retablo en piedra constituye en la actualidad el principal monumento funerario de la Capilla de los Benavides.

Su nicho central estuvo destinado a cobijar las cenizas del fundador, Don Diego Valencia de Benavides, hijo del Señor de Jabalquinto, y patrono de este nombre en la misma ciudad.



Frontero con él, en el lado de la epístola, debió levantarse una arquitectura gemela, en este caso destinada a cobijar las cenizas de Doña Leonor de Guzmán y Mendoza, su mujer.

Su decoración la constituye una epigrafía e iconografía que implica un elaborado discurso político y religioso. Así, el retablo lo coronan dos cartelas cuyas inscripciones latinas identifican al difunto con su ideario (Conjunto de ideas que caracterizan a una persona)

A la izquierda se lee: DIDACUS VALENTIA DE BENAVIDES. SCUTO CIRCUMDAVIT ME VERITAS EIUS. NON TIMEBO A TIMORENOCTURNO.




Y en la cartel derecha: DOMINUS MIHI ADIUTOR ET NON TIMEBO QUID FACIAT MIHI HOMO.


El epitafio se ciñe elocuentemente al contexto histórico de las luchas nobiliarias en Baeza, dirigidas por Benavides y Carvajales, e implora a la vez la protección divina para el camino del más allá.

Su origen bíblico, la primera pertenece al Salmo 90 y la segunda al 117.

En su conjunto, el mensaje que transmite es la confianza del justo en la protección divina. La fe hace superar el miedo humano porque la confianza en Dios destierra del corazón todo temor.

Su escudo de armas coronando el monumento tiene su paralelismo en el escudo que para él es Dios.



El versículo del salmo 90 dice: “Tu lealtad me protege como un escudo, no temeré al terror de la noche”, implica la existencia de una prueba de la que él saldrá airoso porque se cobija bajo las alas divinas. El terror nocturno es símbolo de la hora del mal, y la noche, la imagen del la muerte.

Por ello, los atlantes esculpidos domitan sosteniendo las cartelas, en representación del sueño de la muerte.





La segunda cartela con el versículo 6 del Salmo 117: Dios está por mí, no tengo miedo, ¿qué puede hacerme el hombre?. Tiene su conclusión en el versículo que le sigue: “Dios está por mí, entre los que me ayudan, y yo desafío a los que me odian.

La venera central aloja un relieve hoy muy erosionado con un tema relacionado con el Juicio Universal o la Resurrección de Cristo; en realidad aúna ambos misterios.




Y flanqueando la hornacina, la Adoración de los Reyes y los Pastores, tema y composición que veremos repetirse en los enterramientos de la Capilla Dorada.



Como corresponde a una estancia funeraria, la composición de la ventana la preside Cristo Magestad con el Tetramorfos, como describe el cap. IV del Apocalipsis La Gloria de Dios en los preliminares del Gran Día, rodeado de un cortejo de ángeles.



En las enjutas, dos ángeles funerarios muestran sus cartelas con la siguiente leyenda: ASCENDIT IN CAELO-ET SEDET AD DEXTERAM PATRIS, inscripciones que se constituyen en argumento explicativo del relieve de la venera.





El texto, extraído del Credo Apostólico, se completa con las expresiones siguientes: ET ITERUM VENTURUS EST CUM GLORIA IUDICARE VIVOS ET MORTUOS; y así lo escenifica la composición: Asecendit in coelo, la escena se sitúa aquí entre nubes.

Bajo el altar, en lo que un día fuera presbiterio, se conservan tres enterramientos. 




Uno de sus tímpanos conserva un relieve con la escena de la Deposición en el Sepulcro, y en el intradós de dos de los arcos, siete relieves.



Los siete relieves del otro arco, deben representar las siete virtudes cristianas.









Fuentes:

Alegoría y Mitología en Úbeda y Baeza durante el Renacimiento. Autor Joaquín Montes Bardo

EL CALIFATO DE BAEZA (BAYYASA)

al-Qasim


Durante el siglo XI, Baeza quedó situada en la intersección de varios de los reinos que se crean, lo que explica que fuera pasando de unas manos a otras, en lo que fue posiblemente el periodo más agitado de su historia.

Primero se hicieron con ella los esclavos Jayran y Zuhayr, lo que fue reconocido en 1019 por el califa hamudí al-Qasim, al “entregársela” a éste último. 

A su muerte pasó a Jayran, señor de Almería, y siguió vinculada a este reino cuando se hizo con él Ibn Sumadih.

Jayra, Señor de Almería



Con posterioridad perteneció al reino de Muyahid de Denia, a cuyo hijo Ali Iqbal al-Dawla se la arrebató en 1057 al-Naya, visir de Badis, rey zirí de Granada, que la incorporó a su reino.

Recreación de un monarca nazarí en el
Museo de Cera de Madrid
Veinte años después, sería ocupada por al-Mamun de Toledo, pero su muerte poco después permitió la expansión de los abbadíes de Sevilla, que ocuparían la mayor parte del territorio de Jaén, incluída Baeza hacia 1077.

Fracción de dinar de la Taifa de Toledo y Valencia bajo el reinado de Al-Mamún

Unos años después la ciudad se sublevaría, pero sería sometida nuevamente en 1084.

Finalmente en 1091 Baeza fue ocupada por el caíd Bati Ibn Ismail, que la incorporó al imperio almorávide creado por el emir almorávide Yusuf Ibn Tasufin.

Dinar acuñado en época de Yúsuf Ibn Tashfín, líder de los Almorávides durante la unificación taifa del siglo XI en la Península Ibérica.


En el siglo siguiente Baeza fue convirtiéndose paulativamente, en una ciudad fronteriza, ya que los ataques castellanos sobre el valle del Guadalquivir la tomaron frecuentemente como objetivo, hasta el punto de que durante los años 1147-1157 estuvo en poder de Alfonso VII, que puso a su frente a uno de sus fieles llamado Pedro García.

Rey Alfonso VII



No obstante, la contraofensiva almohade obligó a los castellanos a abandonar el territorio, momento que aprovechó Ibn Hamushk, y su aliado Ibn Mardanis, para apoderarse de ella y otras ciudades,  construyendo un pequeño reino que gobernaría el primero durante doce años.




Ya en 1169, ante la presión almohade, decidió someterse, aunque seguiría gobernando la región en nombre del califa almohade Abu Yaqub Yusuf.


Abu Yaqub Yasuf


Este y su inmediato sucesor con la Victoria de Alarcos (1195), consiguieron hacer retroceder a los cristianos nuevamente hasta el Tajo, con lo que la región gozó de paz durante algún tiempo, hasta que un nuevo contrataque castellano forzó una nueva guerra entre ambas partes.

Batalla de Alarcos





Este nuevo contrataque fue conocido como las Batallas de Tolosa de 1212. A pesar de la derrota, los almohades fueron inicialmente capaces de resistir los posteriores ataques castellanos,  pero finalmente se hundirían a causa de una profunda crisis interna.


Batalla de las Navas de Tolosa


En enero de 1224 a la muerte del califa al-Mustansir (sin hijos) y la elección de al-Majlu, se sublevó al-Adil, gobernador de Murcia, apoyado por la mayoría de los gobernadores de al-Andalus, entre ellos Abd Allah Ibn Muhammad, llamado al-Bayyasi, gobernador de Jaén haciéndose con el califato.

al-Bayyasi


Entonces se reveló contra él al-Bayyasi, al que había nombrado gobernador de Córdoba y Jaén, que consiguió controlar buena parte de las tierras de Córdoba y Jaén; pero no consiguió los apoyos necesarios y marcharía finalmente a refugiarse al Alcázar de Baeza.

Abad Allah al-Bayassi, esto es EL BAEZANO, era biznieto del califa Abd al-Mumin. El sobrenombre le venía, según fuentes árabes, de que su padre había estado mucho tiempo en Baeza.

Califa Abd al-Mumim


El mismo año de 1224 Fernando III había lanzado su primera campaña contra territorio musulmán.

Al-Bayyasi se entrevistó con él en Baños de la Encina estableciendo un pacto, y entregándole uno de sus hijos como rehén. 





De esta forma se aseguró la ayuda de Fernando frente a posibles ataques de al-Adil, mientras que el rey castellano obtuvo la neutralidad del Baezano, con lo que pudo atacar Quesada, arrasando sus defensas, prosiguiendo después en una larga correría por el Guadalimar y Guadalquivir, llegando hasta las proximidades de Jaén.


Al año siguiente, al comienzo de la campaña de verano, Fernando III recibiría el vasallaje efectivo de al-Bayyasi, quien a cambio del apoyo castellano, debió colaborar con él y entregarle primero Andújar y Martos, y después las fortalezas de Salvatierra, Baños de la Encina y Capilla, acordándose que mientras no se le entregasen estas últimas, habría una guarnición cristiana en la alcazaba de Baeza.

El Baezano terminó siendo asesinado en Almodóvar del Río por su propio visir, pero el Alcazar de Baeza ya había sido entregado a Fernando III en cumplimiento de su pacto suscrito en Baños de la Encina.

Durante todo este periodo en el que Baeza estuvo ocupado por musulmanes, destacaron grandes personajes.

Abu I-Hassam Ali Ibn Abd al-Rahman Ibn Hasnun al-Himyari (m.circa 1165) viajó a Oriente, donde recibió lecciones de diversos maestros, y a su regreso ocupó los puestos de Juez y encargado de la predicación de los viernes en la mezquita aljama de Baeza.  Su hijo Abu Bark, nacido en Baeza (1129-1208) recibió enseñanzas de su padre y de otros maestros, y desempeñó las mismas funciones que aquel también en Baeza.

El de mayor relive literario fue Abu I-Hayyay Ibn Muhammad Ibn Ibrahim al-Ansari, llamado al-Bayassi, nacido en Baeza en 1177. Viajó por diversas regiones de al-Andalus y como otros personajes de relieve, se expatrió durante el periodo almohade, pasando a Túnez, donde murió en 1255. Destacó como poeta, filósofo y cronista. Entre sus obras destaca la obra histórica en dos tomos titulada Noticia de las guerras ocurridas en los primeros tiempos del Islam, y la Hamasa, recopilación de poemas, anécdotas, noticias sobre poetas.

Entre los personajes de relieve que pasaron algunos años en esta ciudad sobresale al-Shaqundi, a la que hará referencia en su conocida Risala y donde permaneció algún tiempo desempeñando el puesto de cadí.

Por estos y muchos otros personajes, Baeza llegó a ser en esta época una ciudad de cierta relevancia, lo que explicaría el alto rango de alguno de los gobernadores de la ciudad, entre los que habría estado (según Huici Miranda) Abu Abd Allah Muhammad Ibn Umar, nieto del califa Abd al-Mumin, que residió durante mucho tiempo en la misma con su familia. Su gobierno en Baeza debió ser ventajoso para la población, a juzgar por el apoyo que la misma prestaría años después a uno de sus hijos.


Mezquita de la Kutubía de Marrakech (Marruecos), construida por el primer Amir Almohade Abd al Mumin en el periodo 1133–1163.





Fuentes:

https://books.google.es/books?id=Hr7y7X68vOwC&pg=PA308&lpg=PA308&dq=Abu+Bakr,+nacido+en+Baeza+(1129-1208&source=bl&ots=IaocX8NF0t&sig=ULPvCf0rIFPRGL-25CuU8BvfJPc&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwjM3cD5oe3SAhWOHsAKHaUJBdcQ6AEIGjAA#v=onepage&q=Abu%20Bakr%2C%20nacido%20en%20Baeza%20(1129-1208&f=false


Al Bayyasi el último emir árabe que tuvo Andújar

al-Bayyasi ayudó a Fernando III a tomar algunas localidades giennenses como Montejícar, Pegalajar o Mengibar. Pero antes de abandona...