lunes, 15 de mayo de 2017

HISTORIA DE LAS BANDAS DE MUSICA EN BAEZA

Los datos más antiguos de los que tenemos constancia nos sitúan en el siglo XIX.

Aunque en Baeza existían bandas de música desde la primera mitad del siglo XIX, la imagen más antigua que tenemos de la "Banda de Música de Baeza" data de 1892, estando dirigida por D. Diego Gámez Martínez.







En la imagen se observan dos inscripciones, "Primer Premio en Baeza 1892" y "Primer Premio en Jaén 1893", tras conseguir esta banda el primer premio en los Certámenes de ambos años. Observando detenidamente la parte inferior de la imagen vemos que la denominación de esta banda era "Banda Civil de Baeza". También resulta curiosa la disposición de los músicos, alineados en dos únicos atriles y con los instrumentos de percusión en la parte delantera central.

Por entonces la ciudad de Baeza ya contaba con dos bandas de música, la "Banda del Liceo" y la "Banda Primitiva", que debían sus nombres a los dos teatros de la ciudad en los que actuaban, aunque en la práctica eran más conocidas como "Banda Nueva" y "Banda Vieja", como así atestigua el siguiente documento, fechado en agosto de 1925, y que trata sobre la imposibilidad de la "nueva" para asistir al primer y segundo día de novena dentro de los actos religiosos en honor a la Patrona de Baeza:






Las dos bandas que existían en Baeza gozaban de un merecido prestigio tras cosechar varios triunfos en diversas salidas a otras poblaciones. Está documentada la asistencia a certámenes en Úbeda o Jaén, la contratación para las fiestas de Ibros, de Villacarrilo, etc. Sirva como ejemplo el artículo aparecido en la publicación "El Pópulo", fechado en 7 de noviembre de 1931 y escrito por el Director de la Banda Municipal de La Carolina:



Es de destacar, igualmente, la presencia en Baeza, desde 1934 hasta 1936, de "Los Veinticinco Gallos", una banda dedicada a espectáculos cómico-taurinos que tuvo un gran éxito a nivel nacional y que, incluso, pudo haber actuado en Francia de no haber sido por la llegada de la Guerra Civil española.

 
Los Veinticinco Gallos

Tras algún intento anterior por reagrupar las dos bandas en una sola de carácter municipal, concretamente en 1914 con una moción presentada por el Sr. Parra que no llegó a buen puerto por la rivalidad entre ambas bandas, en acuerdos adoptados el 14 y el 28 de febrero de 1942 se crea, por fin, la "Banda Municipal de Música de Baeza" bajo la dirección de D. Francisco de la Poza Robles, quedando compuesta por los músicos de la única banda que existía en la ciudad desde la finalización de la Guerra Civil, denominada "Banda de Música de la F.E.T. y de la J.O.N.S. de Baeza", y que ya venía siendo subvencionada por el Ayuntamiento de Baeza. Así queda escrito en la orden emitida por D. Lucio Ortega Almendros, Secretario del Ayuntamiento de Baeza, a petición de la parte interesada y que está fechada el 3 de agosto de 1942.




Por tanto, Baeza contaba con una única banda de música desde junio de 1939, si bien no pasó a denominarse "Banda Municipal" hasta febrero de 1942.

Un hito importante en la historia de Baeza en el siglo XX fue la inauguración del Kiosco de la Música del Paseo, que tuvo lugar el 16 de agosto de 1954 y al cual asistió la "Banda Municipal de Madrid". A este acto pertenece la siguiente imagen:


De derecha a izquierda nos encontramos con D. Francisco de la Poza Robles (Director de la Banda Municipal de Baeza), D. Jose María Muñoz (Arcipreste), D. Fernando Viedma Rodríguez (Alcalde de Baeza) y D. Jesús Arambarri Garate (Director de la Banda Sinfónica Municipal de Madrid).





La asistencia de la Banda Municipal de Madrid a este acto es de gran importancia, ya que tal y como se recoge en la web oficial de dicha banda "Desde aquel 2 de Junio de 1909, la Banda ha actuado casi siempre en Madrid y sus distritos. Con poca asiduidad acude a otras ciudades habiendo ofrecido, no obstante, conciertos en Alicante, Albacete, Valencia, Bilbao, Barcelona, La Coruña, Málaga, Toledo y San Sebastián. También ha actuado en las ciudades de Bruselas y Maastricht." Aunque no queda recogida la asistencia a nuestra ciudad, sí que es cierto que la Banda Municipal de Madrid asistía únicamente a actos importantes y éste, sin duda, lo era.

Dos grandes maestros han estado a cargo de la "Banda de Música de Baeza" durante el siglo XX, D. Francisco de la Poza Robles (desde 1916 hasta 1961) y D. Gerónimo Morales García (desde 1962 hasta 1992).



D. Francisco de la Poza Robles (izquierda) y D. Gerónimo Morales García (derecha)





Ambos, además de instrumentistas y directores, realizaron diversas composiciones y contribuyeron a la conservación del "Miserere" de D. Hilarión Eslava, tradicionalmente celebrado en la S. I. Catedral de Baeza.

"Miserere" de D. Hilarión Eslava dirigido por D. Francisco de la Poza Robles
en el Teatro del Liceo en el año 1950.



En el año 1964 la "Banda de Música de Baeza" deja de ser municipal y pasa a constituirse en Asociación. La denominación de la misma fue "Asociación Musical Cultural Francisco de la Poza", que se mantuvo hasta el 18 de mayo de 2004, día en el que en Asamblea General Extraordinaria se acuerda denominarla "Asociación Musical Cultural Baezana Banda de Música de Baeza", tal y como queda recogido en los actuales estatutos de la misma.

Desde el año 2009 la ciudad de Baeza cuenta, de nuevo, con dos bandas de música, la citada anteriormente y la "Banda Sinfónica Ciudad de Baeza", hecho éste que viene a engrandecer más, si cabe, la historia musical de nuestra ciudad.




Fuentes:

http://bandasinfonicaciudaddebaezahistoria.blogspot.com.es/ Autor: Antonio Carmona Barroyo. Director de la Coral Polifónica de Baeza

viernes, 12 de mayo de 2017

CRISTOBAL CRUZ. UN REFERENTE DE LA FOTOGRAFÍA BAEZANA




La palabra “Fotografía”,  deriva del griego foto (luz) y grafos (escritura).

Es por ello, que se dice que la fotografía es el arte de escribir o pintar con la luz.

No es de extrañar, que el método más utilizado en los camafeos de la época del recococó fuera el siluetado. Esta técnica consistía en una máquina para hacer dibujos y cuyo nombre deriva del ministro de hacienda de Luis XV, Ethienne de Silouetthe.





La utilización de esta máquina era bien sencilla, consistía en colocar una figura detrás de una sábana iluminada y dibujar el contorno que se reflejaba en la misma.

Sin embargo, el fisionotrazo inventado por Guilles-Louis Chrétien a finales del siglo XVIII fue considerado como uno de los antecesores manuales de la fotografía.






Desde entonces, la fotografía en sí, es mucho más que una técnica, un procedimiento o un sencillo objetivo artístico en el contexto de las artes visuales, pues en su transcendencia, nos refleja su verdadera función como registro visual de los acontecimientos ocurridos en un tiempo determinado.

De no existir personas como Cristóbal Cruz Ruiz, muchos que hemos nacido mucho después a su época, no podríamos imaginar muchos de los aspectos cotidianos de la Baeza de antaño. De ahí, mi sencillo homenaje a una persona que nos dejó un legado maravilloso que será contemplado durante generaciones.

 
Cristóbal Cruz


Su producción fotográfica permite tomar el pulso de la ciudad de Baeza y sus aledaños desde los años de la II República hasta los primeros tiempos de la democracia, aunque el gran grueso de su testimonio está integrado por la época del franquismo.

Cristóbal Cruz Ruiz, nació en Rus (Jaén) en 1908 y murió en Baeza (Jaén) en el año 1985.

Fue durante décadas, el observador excepcional de la vida cotidiana y de los eventos civiles y religiosos que ritmaban el acontecer diario de la ciudad de Baeza.

 
Francisco Baras


Francisco Baras, Fotógrafo y Profesor de Dibujo, formó al joven Cristobal Cruz en su estudio, allá por 1920 y éste en 1935, instaló su primer estudio en los soportales del Paseo.






Esto es lo que le permitiría disponer de un observatorio excelente para dejar testimonio ya fuera de las máscaras que animaban los carnavales como de las procesiones de Semana Santa y Corpus de la República ya de los desfiles festivos de Gigantes y Cabezudos. Fotografía de interesante lectura, ya que los participantes en el festejo miran atentamente al balcón en el que está instalado el trípode de la cámara fija, pues para ellos el artilugio y el fogonazo del magnesio era algo fuera de lo común.






Hoy en día, fotografiar cualquier aspecto de nuestra vida cotidiana o acontecimiento cultura no llamaría la atención a nadie, pues en cualquier momento te sientes rodeado de cámaras digitales, pero en aquella época todo era muy diferente. Sencillamente era todo un "acontecimiento" que no se querían perder.






Francisco Baras vió en el joven Cristobal Cruz un talento especial para la fotografía, y aunque su madre dudó sobre si debía continuar en su estudio, éste la hizo repacitar y hoy por hoy, es considerado uno de los grandes fotógrafos con los que ha contado la ciudad de Baeza.








Tras la guerra, reabrió su estudio en la calle Prado de la Cárcel, y simultaneó su labor en el estudio fotográfico con la de encargado de hacer los reportajes de los acontecimientos oficiales municipales y la de reportero gráfico para la agencia Efe, la revista Paisaje y los periódicos ABC, Diario Jaén y Ya (Ahora durante la República). Su hija, Catalina Cruz se convirtió al tiempo en su mano derecha en el estudio  y posteriormente casó con el también fotógrafo y pintor Antonio Tornero dejándonos el legado de los “Tornero Cruz” que han seguido el legado familiar ligado a la fotografía y al arte.



Interior de la Casa de Cristóbal Cruz




Ubicación de la Casa de Cristobal Cruz en calle Prado de la Cárcel


De este modo, dentro y fuera de su taller fue dejando testimonio de los sucesos que jalonaban tanto la vida familiar (nacimientos, comuniones, bodas, aniversarios, vísperas de irse a la “mili”, posados de estudio, etc.) como la ciudadana (cabalgatas, ferias, bailes, procesiones, romerías, visitas de jerarquías civiles, militares y eclesiásticas, misiones, discursos de autoridades, inauguraciones, grupos de escolares o de comunidades religiosas, colonias de la Sección Femenina, bandas de música, comedores sociales, corridas de toros…).





Su objetivo supo captar la otra cara de la sociedad, la de la verdad de la miseria que refleja el rostro de Pirri






la de los gitanos de las ferias de ganado








la de la soledad del hombre del campo junto a la noria





o a lomos de su borrico entre los serones







Supo reflejar las duras tareas de una sociedad agrícola recolectando la aceituna en los rigores del crudo invierno o trillando y aventando bajo la canícula estival, la desolación de las tierras de labor anegadas por la riada, la realidad de los corrales de vecinos instalados en antiguas casas solariegas, la romántica luz del atardecer en la Cruz de la Asomada, la pompa eclesiástica o el encuadre soberbio de los Reyes Magos en la pedanía de Las Escuelas, que parece un fotograma sacado de Bienvenido Mister Marshall.






Asimismo, su cámara ha sido testigo de la transformación de los monumentos y casas blasonadas que pueblan por doquier el caserío -actualmente Patrimonio de la Humanidad-, todo lo cual se convirtió en un testimonio gráfico de incalculable valor para evaluar la evolución y el rescate del patrimonio artístico de la ciudad.


 
Interior Teatro Liceo de Baeza



Muchas de las fotografías de esta muestra deben su atractivo no sólo a la trascendencia de los temas y contenidos tratados en ellas (la arquitectura y los paisajes, las faenas cotidianas, las artes y costumbres populares, los acontecimientos históricos y sociales, los retratos, etc.), sino también al talento creativo del artista, a la peculiar manera de mirar al mundo que adopta Cristóbal en cada ocasión, es decir, a su particular modo de interpretarlo bajo una óptica única e intransferible que contribuye a la transmisión de una visión más plural y enriquecedora de la sociedad andaluza contemporánea.






A través de estos documentos no verbales podemos percibir e interpretar el desarrollo y evolución de una comunidad, en tanto que la fotografía es una forma directa de acercamiento al conocimiento de la sociedad, la cultura y los acontecimientos todos que jalonan la vida entera de la humanidad.







Baeza vista por el fotógrafo Cristóbal revela otra sensibilidad, y nos invita a reflexionar, rescatar la memoria y restaurar las señas de identidad de una sociedad cada vez más homogeneizada por los movimientos globalizadores imperantes en el mundo contemporáneo.




En definitiva, esta colección fotográfica constituye una parte esencial del patrimonio cultural tanto jiennense como andaluz y como tal ha de ser valorada, ya que las imágenes, además de ser una expresión de la creación artística, testimonian nuestro pasado, tienen valor documental y son también registro de la historia.



Coincidiendo con el 25 aniversario de su muerte, el 17 de agosto de 2010, se organizó una exposición en la Sala de Arte Gaspar Becerra de Baeza, bajo el nombre “Una mirada andaluza. Foto Cristóbal) organizada por el Excmo. Ayuntamiento de Baeza, la Fundación Caja Rural de Jaén y la Universidad Internacional de Andalucía sede Antonio Machado (Baeza), en colaboración con la Fundación Pública Centro de Estudios Andaluces.










(Texto de la comisaria de la Exposición, María Ibáñez Alfonso)
Fotografías: Cristóbal Cruz


 http://web.cedecom.es/

jueves, 11 de mayo de 2017

EL CONCEJO DE BAEZA ¿Que era ?




El desarrollo de la asamblea ciudadana de Baeza hasta la instauración del regimiento, a mediados del siglo XV, estuvo regido por el Fuero de Cuenca en el que se contenía su derecho local, privilegios y exenciones concedidos a sus habitantes, el modo de organización del municipio y un alto grado de autonomía.

Sobre esta base jurídica, tierras –ciudad y aldeas- y habitantes constituyeron un organismo, EL CONCEJO.

Este estaba dotado de amplia autonomía y, a semejanza de otros concejos castellanos, regido desde sus inicios por las normas contenidas en dicha carta formal, ampliada y explicitada por sucesivos ordenamientos reales y municipales.

El Concejo de Baeza compuesto, en su calidad de órgano de gobierno, por la asamblea de todos los vecinos con capacidad decisoria en los asuntos políticos fundamentales: defensa, administración de los bienes ciudadanos y de los vecinos, normas de convivencia ciudadana y elección de oficios.

Se manifiesta con cierta claridad en su fuero al referirse a asuntos tales como la elección de juez y alcaldes, importantes magistraturas ciudadanas, Juez, Alcalde y escribano deben ser elegidos anualmente por turno rotativo rigurosamente observado por las distintas parroquias o collaciones, en cuya elección parece participar toda su vecindad.

Este comportamiento participativo y decisorio generalizado mantuvo su vigencia como tal, según todos los indicios, hasta mediados del siglo XIV.

Sin embargo, desde el comienzo de la repoblación de estas tierras no hubo una absoluta igualdad de derechos para todos los vecinos de la ciudad a la hora de tomar y ejecutar decisiones sobre asuntos comunes, ni tampoco igualdad de derechos entre los vecinos de las aldeas sometidos a imposiciones y trato discriminatorio.

Desde la misma reconquista existía en las ciudades y villas realengas un destacado grupo de caballeros, vecinos dotados de cierto acomodo económico, parte de los cuales gozaban de los privilegios que le concedía su estatuto de nobleza (los hidalgos).

Esta minoría es mencionada casi siempre en el encabezamiento de las cartas dirigidas al Consejo de Baeza. Ejemplo de ello lo tenemos en una carta fechada en 1282 “A vos los munchos onrados alcaldes e juez e los caballeros e omnes buenos del consejo de la noble ´cibdat de Baeça”.

Eran estos, en realidad, quienes elegidos por la Asamblea, detentaban habitualmente las magistraturas del concejo y los cargos de alcaides del alcázar, castillos y torres.

La implantación del regimiento por Alfonso XI a mediados del siglo XIV repercutió no sólo en perjuicio de la asamblea ciudadana, a la que despoja de su facultad de elección y control del elegido, sino en el de los propios caballeros ciudadanos o villanos, toda vez que el monarca designa un número reducido, 10 en 1341 y 12 a partir de 1345. Caballeros seleccionados, fundamentalmente, del grupo de los hidalgos, quienes reciben el cargo con carácter vitalicio y hereditario, convirtiéndose de este modo en regidores perpétuos.

Los doce hombres buenos designados por el monarca, acompañados de algunas destacadas personalidades y elevadas magistraturas, tienen su propio lugar de reunión, distinto del lugar de la asamblea, en 1358, en un edificio cercano a la catedral, tal y como se desprende de estas palabras “Conçejo, caballeros e escuderos e alcaldes e alguaziles e los otros que avedes de ver e de librar fazienda de la noble çibdat de Baeça e a qualquier de vos que estades ayuntados en la casa de vuestro cabildo, que es cerca de la Eglesia de Santa María de la dicha çibdat, a pregón fecho, según que lo avedes de uso e costumbre”.

Esta sede queda claramente concretada en un documento de 1456, en el que nos muestra a los regidores baezanos trasmitiendo a su pueblo reunido ante la catedral las decisiones tomadas “ayuntados en su cabildo”, cuya sede queda instalada de forma habitual, en estas fechas, en “la iglesia de San Pedro de la dicha çibdat”.
Restos Iglesia de San Pedro



A partir de la mitad del siglo XIV, la asamblea de Baeza, como la de otras ciudades del Alto Guadalquivir, ha perdido su tradicional protagonismo a favor de la minoría, pese a revueltas que se produjeron, donde su papel es puramente pasivo.

La corona intensificará la vigilancia del gobierno municipal con la introducción de nuevos factores de control desde finales del siglo XIV y durante todo el siglo XV con la designación de los corregidores y justicias.




Fuentes:


El Concejo de Baeza (Siglos XIII-XV). Autor José Rodríguez Molina. Colegio Universitario de Jaén.

martes, 9 de mayo de 2017

"EL PADRE SIFON"





Diego Lozano Jiménez nació en Baeza en 1932.

Andaluz de porte esbelto y mirada contundente. Tenaz en su trabajo, fervoroso de corazón, filósofo, artista, un hombre aforista de respuestas rotundas.

Todo el pueblo de Baeza lo conocía como el padre Sifón y hasta como tal le han cantado coplas y recitado poesías que él atesora en su estudio-museo junto a decenas de estampas religiosas, recortes de periódicos, fotografías de proyectos y dedicatorias acumuladas a lo largo de más de veinte años de actividad artística.



Lo de Sifón, o sifonero, le viene a Diego de familia, y acepta el sobrenombre con el orgullo de haber portado el testigo de una de las fábricas de gaseosa más antiguas de España.

Fundada en 1885 y hoy desaparecida, Gaseosas Lozano dio sustento a cuatro generaciones de su familia y su éxito permitió a Diego desengañarse del valor de la fama. De su etapa como sifonero sólo recuerda las distancias que recorrió como repartidor de botellas y el lema publicitario: “Si quieres vivir fuerte y sano, bebe gaseosas Lozano”

Diego Lozano o “Padre Sifón” que es como lo conocimos muchos de nosotros, debía su apelativo al que fuera obispo de Jaén, Miguel Peinado, que se lo puso por su condición de fabricante y vendedor de sifones y gaseosas.

Corría la década de los setenta cuando Diego formó parte de un grupo de baezanos que por amor a su tierra y su fe, estimulados por la iniciativa del canónigo reverendo don José Melgares, acondicionaron, pintaron e hicieron labores de restauración en la Catedral de Baeza para poder mantenerla abierta al público.

“Tenía cincuenta y dos años. Era 1982. En la calle Romanones encontró la talla de un Cristo (ahora ubicado en una de las paredes del museo) que alguien había desechado como cualquier objeto decorativo inservible. De ahí se dice saco la intuición y su inspiración para tallar la piedra.

Repartiendo sifones por las calles de Baeza cuando encontró una piedra franca caliza en los restos de una obra e inspirado por aquel momento, comenzó a realizar una réplica de la Custodia de Baeza.

Aquella obra que comenzó de forma “casual”, finalmente le llevó 4200 horas de trabajo repartidas en 6 horas al día durante dos años. Todo un ejemplo de constancia y perseverancia




Paciente fue su espíritu ante las horas, los materiales precarios, sus conocimientos autodidactas y la incredulidad de sus paisanos que sarcásticamente hablaban de la Custodia del padre Sifón como del “cohete” interminable.



Tras la custodia fue la Fuente de Santa María, el Palacio de Jabalquinto, el Ayuntamiento, la Puerta de Jaén, la iglesia de la Concepción...hasta un total de 15 monumentos esculpidos. Es decir, gran parte del patrimonio artístico de Baeza reproducido a escala.



Impresiona la audacia de las perspectivas, las escalas y las proporciones de todas ellas. Deslumbra su sentido del humor e ironía al incluir detalles que convierten cada escultura en una particular forma de expresar su amor por la tierra, su descontento con la tendencia a sistematizar y canonizar el arte y conmueve su espíritu ante los millares de horas invertidos sin descanso.

Diego prestó singular atención a una obra que le dignifica como escultor, esposo y padre. Se trata del árbol genealógico familiar, creado en 1996 sobre mármol de Macael. Su cabeza —mejorada— como a él le gustaba recalcar y caricaturizada por unas viejas gafas que descansan sobre la nariz prominente, reposa sobre un capitel, adornado con ocho hojas de laurel que representan a sus hijos y el rostro en altorrelieve de su esposa Ana, con la que contrajo matrimonio en 1958.




Con una sonrisa dispuesta para el transeúnte ocioso, el estudioso insolente o el turista curioso, a Diego le nace una historia... “y eso que no he estudiado Bellas Artes, Arquitectura, ni Física”. Sabe de matemáticas, geometría y proporciones gracias a un talento ágil e intuitivo al igual que conoce la Historia del Arte casi como si se la hubieran contado los propios constructores y escultores de las catedrales. Amante de las historias y las narra como los artesanos, destilando las palabras a golpes de cincel que escaran la piedra. 

Para todos y cada uno de los visitantes de su taller-museo hay una anécdota de su vida, su pueblo, su obra, su religión y aunque nadie salga de allí propietario de ninguna de sus piezas, todos los que hemos disfrutado de las palabras del padre Sifón, abandonamos sus dominios de piedra y cincel, conocedores de la historia de una tierra imbatible, una tierra de conquistadores que hoy es, merecidamente, Patrimonio de la Humanidad.



Guardadó una relación íntima con cada una de sus piezas y nunca las quiso vender.

Digno de halagos, premios, menciones internacionales, motivo de artículos y entrevistas, los honores no le convertirían en inasequible.

Puede parecer fortuito que su estudio esté donde estuvo su empresa familiar, pero no lo es. El padre Sifón consideró su vida un regalo de Dios y, sin sus manos, su casa, su familia y su pasado él, simplemente no hubiera sido él.




El arte es un don; el don de expresar con aciertos los sentimientos. El artista, sensible en sus creaciones, calibra el espíritu que anima sus obras, la creación sería imposible sin ello.

Un cartel impreso y enmarcado llama la atención. Reproduce unos versos de Antonio Machado: A mis soledades voy, de mis soledades vengo porque para estar contigo, me bastan mis pensamientos.

Resume la forma de pensar de don Diego. El suyo es un pensamiento gráfico y sencillo. Un turista ensalza su humanidad, dice de él que es un prohombre y él se ruboriza: “No hombre, no; sólo soy un hombre normal que ha descubierto la fuerza de sus manos”.

Así era el maestro Diego Lozano. Un hombre de hábitos sencillos y de pensamientos profundos. Recio y contundente a la hora de ofrecer sus esculturas al mundo: “¡Qué vengan aquí y las vean!”. Eso siempre se lo deberá Baeza





Fuentes:

Texto de Patricia Romero, Licenciada en Ciencias de la Información
Fotografías de Patricia Romero y Miguel Angel Salcedo e Internet


sábado, 6 de mayo de 2017

LA ROMANIZACION DE BAEZA



En este caso, me he querido centrar en el trabajo de María Cruz García Torralbo “Romanización y Cristianización en Baeza y su área” y de Francisco José Galán Hervás (Una aproximación al entorno rural de la Baeza antigua)

Estamos tan acostumbrados a ver Baeza como una ciudad del Renacimiento con raíces musulmanas, que se nos olvida que antes de estos períodos existieron otros, tales como la dominación cartaginesa y posterior romanización con el consiguiente implante del Cristianismo.

La explotación intensiva de los yacimientos fue un hecho prioritario en la dominación de nuestro suelo, estando el área de Sierra Morena con la ciudad de Cástulo, como centro neurálgico, con la producción de plomo y plata.




Las rutas que comunicaban Cástulo con los puertos costeros del Mediterráneo peninsular están jalonadas de numerosas poblaciones ibéricas que se vieron enriquecidas en igual manera por este comercio con los griegos, como lo demuestran sus ajuares funerarios ricos en objetos de orfebrería y cerámica griegas.

Estas rutas partían de la costa siguiendo el camino natural de los valles, de los ríos hacia el interior, remontando el Almanzora se llegaba a Baeza y de allí a Sierra Morena, en cuyo camino los poblados y ciudades muestran de manera rotunda este comercio, como Toya (Jaén).

Baeza saltó a la Historia Antigua por encontrarse en este camino.

Baeza, rica en bosques, conoció la abundancia por la mercadería de pieles y alimentos, no siendo nada despreciable su significación como punto factorial para la exploración del recurso maderero, imprescindible en civilizaciones como la fenicia y la griega, y será su riqueza maderera el primer atractivo que descubrirán los cartaginenses.

La madera para los barcos y los hombres para la guerra.

Según Titio Livio, a Cartago interesaban, además los metales como la plata, el cobre, el estaño o el hierro, y en la agricultura el trigo o la cebada.

Para la transformación de estos productos se creó industrias y astilleros, los artesanos estaban muy bien remunerados y considerados, y en las ciudades como Baeza el desarrollo poblacional fue paralelo al económico.

La caza de sus bosques, la buena vida que se vivía intramuros donde se había mantenido intacta la economía por interés cartaginés, las provisiones de pieles para el invierno, madera para las industrias, astilleros y minas, alimentos para todos, convirtió a Baeza y a los demás pueblos del área minera en “Zona privilegiada”.





La primera acción ejercida sobre Baeza con motivo de los tratados de paz que se firmaron entre iberos y Graco, según Tito Livio, entre otras, “la imposibilidad radical u obligación estricta de no amurallar la ciudad existente, ni construir otra nueva”.

Es decir, que la muralla ibera del pueblo, como la de todos los demás pueblos, fue derribada.

Igual suerte corrió Ibros donde aún puede verse un resto de su imponente muro.

Trogo Pompeyo, el general que arrasó desde Baeza a Andújar dijo “ Tienen los iberos las más excelentes virtudes castrenses: prestos a la lucha, resistentes a la abstinencia y a la fatiga, fieles a su jefe hasta el punto de juzgar honroso no sobrevivir a su caudillo muerto. Pero son hombres inquietos, individualistas e indisciplinados”.


La conquista romana del oppidum íbero de Baeza supuso su reconversión en ciudad peregrina estipendiaria, sujeta al pago de un impuesto anual (stipendium) a las arcas de la República de Roma. 

Para favorecer un mejor control fiscal se llevó a cabo la construcción de un sistema viario, parte del cual ha quedado fosilizado oculto en forma de caminos pecuarios caracterizados por un trazado de tipo ortogonal. 




De esta manera, Roma, plasmó el racionalismo de su cultura en el territorio. En torno a estas vías de nueva creación surgieron las primeras explotaciones agrícolas, datadas en época romano republicana, destinadas a poner en cultivo una mayor superficie de terreno que hiciera posible el pago del stipendium. 

Estos primeros centros se levantan principalmente en las zonas de vega del río Guadalquivir y al norte de la población, junto a la vía que conduce a Orissia (Giribaile) e Ilugo (Santisteban del Puerto) y continúa por la costa levantina hasta la capital Tarraco. 

La supresión del stipendium en tiempos de Augusto y la vocación especulativa que tiene el Imperio sobre la tierra dará lugar al surgimiento de las primeras uillae, herederas de aquellas explotaciones agrícolas de época republicana. 




Estos centros productivos modelaron la imagen rural actual, marcando un antes y un después respecto al tradicional aprovechamiento del territorio de época íbera. Se constatan dos modelos de explotación: uno hortofrutícola en la zona septentrional, caracterizado por la mediana y pequeña propiedad; y otro ganadero en la zona meridional, basado en la gran propiedad. La agricultura y la ganadería hicieron del campo un lugar valioso, por lo que pronto se buscaron formas para la defensa de los intereses productivos frente a las amenazas del bandidaje o de la guerra. 


Nacieron así las turres de época republicana e imperial, que en el territorio de Baeza siguen dos modelos formales que hemos denominado: modelo cubierto y modelo aislado. 

En resumen, la conquista romana del oppidum de Baeza produjo también la transformación de su entorno rural, haciéndolo cada vez más rentable en términos productivos y aportándole cierta urbanidad gracias al uso de turres, uillae y calzadas, que garantizaron el control efectivo de todo un territorio antes desaprovechado









Fuentes:

https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4527100
https://www.ugr.es/~arqueologyterritorio/PDF13/3-Galan.pdf

Al Bayyasi el último emir árabe que tuvo Andújar

al-Bayyasi ayudó a Fernando III a tomar algunas localidades giennenses como Montejícar, Pegalajar o Mengibar. Pero antes de abandona...